A menudo, decidir dónde comer o cenar en el centro de Pamplona es una tarea complicada si lo que buscas es algo de picoteo rico. La ciudad se ha llenado de cadenas de hamburgueserías o asiáticos, que se han unido a los ya típicos locales de pintxos y a restaurantes tanto tradicionales como vanguardistas. Y eso, aunque nos guste, ha dejado poco sitio a los bares de toda la vida donde poder disfrutar de una cerveza y platos para compartir con amigos. No obstante, todavía quedan algunos de estos lugares. Es el caso de Raíces, una cervecería con estilo propio situada en la calle de la Merced, extensión de la vía Compañía en la que se sitúa otro buen descubrimiento anterior: El Café de Pablo.
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Crónica Raíces
Su filosofía está clara, tal y como aparece en su web: «cocina casera y con producto fresco y de temporada. Nos gusta innovar pero lo justo, para que no se nos vaya de las manos. Creemos firmemente que se disfruta de la comida mejor en un entorno adecuado: con decoración agradable, música tranquila y un trato amable». Y todo ello no es solo una estrategia de marketing, sino que lo cumplen con creces. El local, aunque pequeño, es encantador, y el trato del servicio es tan grato que te hace sentir como en casa.
En cuanto a la comida, como se puede apreciar por nuestra extensa galería, hemos disfrutado de muchos y variados platos en la multitud de ocasiones en las que hemos estado en Raíces. Y es que, a pesar de su limitada carta, este local siempre ofrece varias opciones fuera de ella que van cambiando y que hacen que cada visita sea diferente.
Algunas de sus propuestas permanentes son sus maravillosas bravas, con salsas de mostaza a la piña y romesco. Además, unos ricos nachos con boloñesa, jalapeños y guacamole y unas sorprendentes tostadas de quesos suaves con alioli y guacamole. En cuanto a los principales, están muy buenas las hamburguesas, como la de potro (rellena de queso de untar con salsa de mostaza de piña, lechuga, tomate natural y cebolla caramelizada) y los huevos rotos, tanto de ternera como de calamar.
Pero sin duda lo que le da un punto de calidad más a este lugar son sus opciones itinerantes. La lasaña, que va cambiando de ingredientes (la nuestra fue de setas y verduras) era increíble, al igual que los puerros en papillote con salsa romesco o los yakisoba con verduras y atún. Además, la mayoría de platos son o tienen alternativas veganas, por lo que lo hace una cervecería para todos los públicos.
Y, como cada buena cocina, Raíces también ofrece dulces postres. Es el caso del coulant de chocolate con helado de vainilla o su capricho, un vaso de chocolate blanco sobre chocolate negro, galleta y sombrero de helado de Baileys, que pone el punto final a cada visita nuestra y que nos deja siempre con las ganas de volver.
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