Restaurante Tokio

Restaurante Tokio: de la cinta a la elegancia

En Pamplona Gastronómica seguimos descubriendo nuevas joyas, esta vez incluso en barrios donde hasta ahora no habíamos puesto el foco. Esta vez, nos vamos a Azpilagaña, una zona tranquila y algo alejada del bullicio del centro, pero donde poco a poco van asomando propuestas que merecen mucho la pena. Y una de ellas es, sin duda, el restaurante Tokio, un asiático que ha sabido reinventarse para seguir dando que hablar.

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Muchos lo recordarán por su peculiar cinta giratoria, ese sistema de platos deslizándose alrededor de las mesas que convertía cada comida en una especie de juego. Pero los tiempos cambian, y restaurante Tokio también.

Hoy en día nos encontramos con un local completamente reformado, elegante, acogedor, con una cocina vista que transmite transparencia y confianza. El ambiente ha ganado en calma y sofisticación, y la comida —que al final es lo que importa— sigue manteniendo ese espíritu asiático amplio, sabroso y bien trabajado.

Su carta es extensa. Tanto, que lo difícil es no perderse entre tantas opciones. Pero precisamente por eso, es un sitio perfecto para ir con tiempo y compartir platos. Y eso fue lo que hicimos.

Comenzamos con unos takoyakis, esos buñuelos japoneses de pulpo que aquí preparan con mimo. La masa es suave, el interior sedoso y con pulpo tierno, y por encima una salsa cremosa y sabrosa que hace que el plato desaparezca antes de que te des cuenta. Un bocado callejero elevado al nivel de restaurante.

Después llegaron los panes bao, esponjosos y rellenos en esta ocasión de pollo al curry. Nos gustó especialmente el contraste entre la suavidad del pan y el toque especiado y algo picante del relleno, que resulta adictivo. También probamos los rollitos vietnamitas, crujientes, dorados y mucho más ligeros de lo que esperábamos. Nada grasientos, muy equilibrados. Un buen aperitivo para seguir abriendo el apetito.

Y claro, en un asiático que se precie no podía faltar el sushi. Pedimos una ración de tempura roll, una versión moderna con el roll rebozado, caliente por fuera y frío por dentro, que nos pareció una forma muy divertida de comer sushi. También cayeron unos clásicos nigiris de salmón y atún, con un pescado brillante, cortado con precisión y que evidenciaba su frescura y calidad. Detalles que marcan la diferencia.

Ya con el listón bastante alto, pasamos a los platos principales, y aquí fue donde el restaurante Tokio terminó de convencernos.

Primero llegaron los fideos con pato, servidos en un plato humeante que aún borboteaba cuando lo colocaron en la mesa. El pato, crujiente, tierno y jugoso; la salsa, espesa y muy sabrosa; y los fideos, perfectamente cocinados, sin pegarse ni pasarse de cocción. Un plato potente, reconfortante, que invita a seguir comiendo.

Y por último, una de las sorpresas de la noche: el arroz con pollo, gambas y verduras, servido en un enorme bol que parece pensado para compartir entre dos o incluso tres personas. Es un arroz salteado con ese punto ligeramente ahumado del wok, muy bien mezclado con todos sus ingredientes. Sencillo, sí, pero con sabor a cocina hecha con cariño y técnica.

En definitiva, el restaurante Tokio es un ejemplo perfecto de cómo un restaurante puede evolucionar, adaptarse y mejorar sin perder su esencia. De local con cinta giratoria a referente asiático elegante en Azpilagaña, este sitio demuestra que no hace falta estar en el centro para ofrecer una experiencia gastronómica de nivel.

Carta restaurante Tokio

Vídeo restaurante Tokio

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Comida

8

Local

8

Servicio

7

Precio

7

Restaurante Tokio

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