Les Amis: cocina francesa, alma peruana

La carta de Les Amis se divide en varias secciones, pero nosotros decidimos arrancar con algunos de sus famosos “minis”, pequeños bocados con alma de grandes platos. Y qué bien empezamos.

Primero, el brioche Coque Monsieur, un pequeño pero potente bocadillo de pastrami de Black Angus, queso Brie, mostaza de Dijon y cebolla caramelizada. Jugoso y con el equilibrio justo entre la potencia de la carne y la untuosidad del queso. De los que te dan ganas de pedir otro al momento.

Después vino una croqueta de calçots a la brasa, muy original, servida con un romescu de piñones que redondeaba el bocado. Y cerramos esta primera parte con un tartar de atún rojo a la pimienta de Espelette sobre arroz de sushi crujiente, que combinaba frescura y textura con mucho acierto.

Ah, y que no se nos olvide la mantequilla bretona a la sal, que llega a la mesa con pan y que funciona como una deliciosa excusa para seguir charlando entre plato y plato. Peligrosamente buena.

Ya en los entrantes, decidimos entregarnos a la trufa, protagonista en esta segunda parte. Primero con unas alcachofas a la brasa con papada ibérica y salsa de trufa negra, un plato muy equilibrado, con ese punto crujiente de la verdura y la cremosidad sabrosa del conjunto. Pero fue el segundo fue el que nos hizo cerrar los ojos: huevo con papada, trufa y trompeta de los muertos, servido sobre una salsa tan rica que pedimos más pan solo para no dejar ni una gota. Una delicia.

Los principales no bajaron el listón. Por un lado, unos canelones de pato confitado, foie gras, setas y queso Comté que eran pura intensidad. Relleno cremoso, sabor profundo, y esa sensación de estar comiendo un plato de cocina de fondo, de los que reconfortan.

Pero si tenemos que elegir un favorito, nos quedamos con el rodaballo marinado en teriyaki a la brasa, acompañado de un jugo de alubias ligeramente ahumado. No solo por la calidad del pescado, cocinado en su punto perfecto, sino por la originalidad del conjunto. Un plato que sorprende y se queda en la memoria.

Para terminar, llegaron los postres. Y qué postres. El primero fue su versión de la clásico goxua, la Goxua Les Amis, con cremoso de turrón, frutos rojos, financier y una crema pastelera de vainilla delicada y ligera. Muy distinta a la goxua tradicional, sí, pero también mucho más elegante.

Y como broche final, el Xocolatl, un postre de chocolate con mayúsculas, con distintas texturas de chocolate Millot, lúcuma y café, coronado con una esfera verde que guarda una sorpresa cremosa en su interior. Visualmente precioso, pero sobre todo, delicioso.

Les Amis es uno de esos restaurantes que elevan el nivel gastronómico de Pamplona. Con técnica, con sabor y con mucha personalidad. Si buscas una experiencia diferente en un entorno bonito, con cocina que se atreve y no decepciona, apunta este nombre, porque lo vas a disfrutar.