En una entrada que se ha hecho demasiado de rogar desde su publicación en nuestro perfil de Instagram, volvemos a hablar del barrio de Lezkairu, que nos sigue sorprendiendo con propuestas gastronómicas que destacan por su originalidad y calidad. Si ya hemos disfrutado de otros locales como Akari, Ale’s Beer o Ayres del Soto, esta vez es el turno de descubrir Malafú.
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Crónica Malafú
El Malafú, ubicado muy cerca de las monjas Blancas, cuenta con una amplia terraza, pero su encanto proviene de su interior. La decoración es moderna, con cuadros que bien podrían encontrarse en una galería de arte, creando un ambiente contemporáneo acogedor. Además, en algunas ocasiones cuenta con actuaciones de música en directo, lo que le aporta un toque de distinción respecto a otros restaurantes de la zona.
Otro de los puntos diferenciales de Malafú es su propuesta, con una cocina a la brasa, una posibilidad que siempre le da un toque diferente a la comida, que complementan en el resto de platos con un toque de innovación y productos que no se suelen encontrar a menudo.
También destaca este restaurante por su gran vitrina de pintxos, que se salen de lo convencional. Por ejemplo, entre su oferta de tortillas de patata están la de pollo con miel y mostaza, que mezcla lo mejor de ambas elaboraciones; o un torrezno de black angus crujiente, jugoso y menos grasiento que el clásico de cerdo.
Sin embargo, de lo que hablaremos en esta ocasión es de su menú del día, que descubrimos hace poco y que nos parece una gran opción para disfrutar de su cocina a un precio más asequible. Por 17,50€ tienes cinco opciones de primeros platos y cinco de segundos, aparentemente clásicos pero con una vuelta gourmet, además de varios postres.
Comenzamos nuestra comida con un chupito de caldo cálido y reconfortante, que nos abría el apetito para lo que se iba a venir. Junto a varios amigos, pedimos tres de las opciones que más nos llamaron la atención: una sabrosa ensalada de brotes de lechuga que venía acompañada de tomate, chipirones rebozados, cebolla frita y una vinagreta de ajo negro y mostaza, una crema de calabacín enriquecida con aceite trufado y crujientes de jamón y unos espaguetis negros con salsa de puerro y langostinos elegantes y diferentes.
En los segundos, las opciones eran más clásicas: entrecot (bajo suplemento de 3€), bien cocinado a la brasa; el pescado del día, que resultó ser dorada, bien horneada; y dos platos con los que Malafú nos sorprendió gratamente.
El primero de ellos fueron unas costillas guisadas en salsa de soja y Coca-Cola, una opción arriesgada que resultó ser un total acierto. La carne, muy tierna, se separaba perfectamente del hueso, y la combinación de la sal de la soja y lo dulce del refresco la hacían irresistible.
El segundo fueron unos increíbles pimientos del piquillo rellenos de black angus, napados con una salsa de Philadelphia y pimienta cremosa y suave pero con un punto picante que rebajaba perfectamente la intensidad de la carne y la potencia del pimiento. Además, unos chips de plátano macho aportaban el crujiente que le daba amplitud en el abanico de texturas.
Y no podíamos terminar el menú del día sin postre, una opción a la que no solemos llegar pero que en estos casos hacemos un esfuerzo. En este caso, elegimos un brownie con helado, servido caliente –como debe ser-, con un interior chocolateado muy rico y coronado con una bola de helado, que resultó ser el placer final para una experiencia gastronómica redonda.
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