Bar restaurante El Álamo

El Álamo: viaje a la diversa Sudamérica

Al igual que ocurre con los restaurantes asiáticos, los inmigrantes sudamericanos se han lanzado al mundo de la hostelería para ofrecer tanto a sus compatriotas como al resto de la población de Pamplona una muestra de su gastronomía. Es el caso de El Álamo, un bar situado en la céntrica Plaza Blanca de Navarra, muy cerca de restaurantes como El Mercao y que, al igual que otros, se ha reconvertido de un local castizo a un establecimiento con un comedor en el que ahora se puede disfrutar de un viaje a la diversa Sudamérica.

Con una carta en la que destacan platos típicos de la comida venezolana como las arepas, los tequeños o el pabellón criollo; pero también haciendo guiños a otras delicias del subcontinente como el ceviche peruano o los nachos mexicanos, El Álamo cuenta con una cocina pequeña pero resultona, que también ofrece platos de parrilla y opciones para todos los públicos como ensaladas, hamburguesas o bocadillos.

En nuestro caso, pedimos una muestra de la cocina sudamericana para poder degustar un poco de todo, influenciados por un servicio que nos recomendó la mejor muestra de su oferta. Como entrante, unos tequeños y unos nachos con frijoles, pico de gallo, guacamole y queso; y como principales unas alitas de pollo barbacoa y un pabellón criollo. Todo un viaje desde Venezuela hasta Norteamérica, llegando a México y a la frontera de Estados Unidos.

Y el recorrido por el subcontinente no pudo disfrutarse más. Los deditos de queso o tequeños, servidos con una salda de queso, son el snack perfecto para ir abriendo boca. En cuanto a los nachos, uno de nuestros platos preferidos y de los que más hemos hablado, nos encontramos con una de las fuentes de triángulos de maíz más rellenas de acompañamientos, no dejando ni un solo totopo sin su ración correspondiente de carne, tomate o salsa.

Tras ellos, vinieron unas alitas de pollo tiernas, muy tiernas, en las que su chicha se separaba perfectamente del hueso. Además, estaban glaseadas con una ligera salsa barbacoa de la que se pega en los dedos y obliga a lamerlos después. Tras hacer uso de la servilleta, pudimos probar por primera vez un pabellón criollo que nos encantó. Compuesto por arroz, carne mechada, frijoles y plátano macho frito, esta mezcla fue el fin de una cita que nos hizo sentir como si estuviéramos en un viaje en la diversa Sudamérica.

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